Ayer me crucé a Slavoj Zizek en el lobby del diario Perfil. Estaba en pose de esperar a alguien, sentado en uno de los bancos de la recepción, con las piernas cruzadas mirando la nada. Si no hubiera sabido que era él podría haber pasado por uno de esos miles de tipos aburridos de su trabajo y de su esposa. De hecho pienso ahora si no pertenece a ese grupo desde hace rato. Está quedándose medio pelado (con una forma de expansión de la calvicie equiparable al modo en que la sarna ataca a los gatos) y llevaba una camisa que intuí grasienta.
II
El filósofo y ex candidato a la presidencia de Eslovenia se paró cuando llegó una mina bastante más joven que él (su novia, presupongo, una ex modelo que salió con Calamaro y que ahora estudia Letras); la miró y se puso contento, de la misma manera en que se pone un perro cuando ve llegar a su dueño. Salieron a la calle y él levantó su dedo señalando algo que no identifiqué.
IIIMe pregunto adónde lleva la teoría social y cuál es el momento en el que un hombre empieza a pensar en la lobotomía.
IVNo tardé mucho en salir. La calle Chacabuco era una pista de carreras y estaba llena de luz.