18/12/06

Tras bambalinas

La orga de los Los Villancicos amenaza con convertirme en un sujeto detestable: una especie de businessman me devora por dentro, un intermediaro cultural pervertido que discute a muerte hasta el precio de la cerveza (acaso sea ésta la tarea más loable).
Tengo miedo de que me persigan los fantasmas de Jorge Romero Brest y del Cacique Calfulcurá, los dos juntos montando un zaino en plena Avenida Argentina. Para colmo ahora tomo distancia crítica con viejos poemas y me parece todo una mierda. Justo ahora que vienen Los Villancicos. Hoy pasa Héctor por casa a decirme que va a leer. "Buenísimo", le digo. Minutos después abona mi depresión cuando me comenta con total sinceridad que dos de los poemas que le mostré no le gustan.
¿La literatura es una cuestión de gustos o hay criterios estéticos objetivos que permitan evaluar la obra?
La pregunta, después de todo, me importa un carajo. Total siempre habrá versos de revancha y, con un poco de suerte, la cerveza más barata de toda la ciudad nos devolverá las sonrisas que perdimos en medio de tantas pajas mentales.

14 %:

Anónimo dijo...

La lectura es una cuestión de gustos y hay criterios ( estéticos y no) que permiten evaluar la obra.
Como tu abogado te recomiendo que disfrutes.
Éxitos.

Anónimo dijo...

Hay criterios estéticos que pueden nutrir o no una obra, pero la evaluación es un tema aparte. Que los hay, los hay, pero lo que tiene que importarte un carajo es la evalución en sí. Es como los vinos: ¿cuál te gusta, el que tiene notas de frutos rojos y semillas o el que tomás con tus amigos, bajo una lámpara tenue, y te acaricia la boca?

Anónimo dijo...

Por eso, la lectura es una cuestión de gustos y hay criterios que "permiten" evaluar la obra.

Anónimo dijo...

Mi abogado anónimo y Vigna sostienen que habría que mantener los dos aspectos: gusto y criterios estéticos. He venido pensando desde ayer en esta cuestión y ahora se me ocurre como una conclusión provisoria, que formulo a modo de pregunta: ¿acaso el gusto no está constituido en sí mismo, y hasta casi de manera inconciente, por criterios estéticos?

O sea: el gusto se educa de tal o cual manera. A veces encuentro por todos lados cierto desprecio por la noción de gusto, desdeñando a éste como manifestación de un sentido común siempre reprochable.

El asunto está cuando se instituye un gusto mayoritario y legítimo, frente al cual uno se sanciona, y el riesgo de que eso nos termine robando el alma.

Anónimo dijo...

Tendríamos que definir estética; pero si eso fuese algo así como la materia prima del gusto, entonces también sería reprochable. Toda obra es suceptible de gusto, por parte de quien la enfrente, y toda obra reúne criterios estéticos, que puede formar parte o no de ese gusto. Tu incógnita se derrama sobre la harto conocida legitimación: si los criterios deben ser impuestos o re-generados con cada nueva experiencia.
Los criterios estéticos parecen estar forjados con titanio y andan sobrevolando por todos lados, y, por lo tanto, se repiten de obra en obra. Son en cierto modo genéricos. Pero los gustos no. Pueden variar, reprocharse, mejorarse, anularse. ¿No será que la unicidad de la obra también se ve atacada cuando intervienen los criterios?
Capaz que por eso reinvindicamos al gusto: Porque seguimos creyendo en una obra que puede ser (no digo que lo sea, pero la sola alternativa ya la vuelve libre) única. A esto me refiero.
Si el gusto se educa porque se alimenta de criterios, reemplacemos a los criterios por otra palabrita quizás mejor: responsabilidad.
Si cada uno es responsable de lo que hace y del cómo lo hace, y explicita el lugar desde donde se "fabrica", nada es reprochable. Se comparta o no, tiene sustento suficiente para sostenerse.

Anónimo dijo...

Antes de contestar quiero hablar con mi abogado.

Anónimo dijo...

No creo en la unicidad de las obras. Creo, no obstante, en las múltiples interpretaciones (para uno, para miles) que una obra despierte.
La palabra responsabilidad depende demasiado de quién la mencione. Pasa lo mismo con la palabra despierte.

La estética es la obra. La estética es quien la analiza.

Jaramillo: Como tu abogado te recomiendo que la cerveza esté fría.

Salud.

jmasa_ko@hotmail.com dijo...

a mi me gusta lo que me provoca algun tipo de emoción. porque podría estar bien escrito, y ser muy interesante desde alguna perspectiva, pero si esta frio y muerto no me sirve.

Anónimo dijo...

Aunque algo francfurtiana, me inclino por el último enfoque de teoría de la recepción. Me inclino sobre el muerto y frio, y lo toco para probar qué sensación me provoca. La moral de la obra se termina por coger la responsabilidad del artista.

Anónimo dijo...

Noooo, "francfurtiana" no: frankfurtiana.

Anónimo dijo...

Abogado, creo en el concepto de responsabilidad para quien produce obra. Es el punto cero del proceso. Es lo que diferencia a quien ocupa un lugar en su producción (detrás de ella) y al que hace por hacer. La responsabilidad en la producción de una obra, también, se refiere al hecho de colocar primero lo que se hace, y después a uno mismo. Cosa que no abunda. Pero más vale que depende del grado que cada uno le dé: yo soy un irresponsable, pero usted es abogado. Ojalá podamos compartir alguna cerveza en la reunión, entre corbatas y gemelos para los puños.
Saludos

Anónimo dijo...

Vignita, yo también creo en el sentido de responsabilidad de quien produce obra. Pero no estoy de acuerdo con que sea el punto cero del proceso. Tíldeme de romántico: creo que pude ser el paso siguiente al punto cero del proceso, el punto que uno asume cuando su obra es pública (y por supuesto que no hablo de las masas), porque me parece que hasta entonces está uno solo consigo mismo y lo que será su obra y luego lo que su obra ya es, y en todo caso lo que hay en esa primera instancia es la disciplina que se tenga para crear (no es malo no tenerla; pero todo el mundo recomienda lo contrario). No sé si a ese momento le cabe la palabra responsabilidad. Puede que sí. Pero me inclino a decir que no. Al menos no una responsabilidad, digamos, con mayúsculas.


Me prendí con su planteo. Y ahora digo lo que en realidad debí decir primero. La responsabilidad a la que me refería (y asumo que no lo explicité del todo antes) es la de quien analiza la obra, o la de la crítica, que es lo que disparó que usted y yo y otros, luego del texto de Jaramillo, comencemos este intercambio de opiniones.
Esa responsabilidad a la que me refiero me parece la más interesada de todas, ¿no? Salvo en algunas honrosas excepciones, se trata de la responsabilidad en la que se funden intereses de todo tipo, que lamentablemente sobrepasan el liso y llano interés artístico o espiritual de alguien al momento de escribir un poema o mantener flotando un tuburón en formol.

No creo que yo sea tan responsable como usted dice por el solo hecho de ser abogado. ¿Me permite una crueldad fácil?: basta con ver la historia de los últimos 30 años de este puto y hermoso país.

Por lo demás, nosotros, los abogados globalifóbicos (por favor no me piense como un snob), no usamos corbatas ni gemelos para los puños, aunque sí éstos.

Gracias por su consideración. Dé por hecho que beberemos algunas cervezas. Le agradezco sus reflexiones. Sinceramente.


Saludo.

Anónimo dijo...

Por como están dispuestas las cartas en la mesa, y a pesar de haber una suerte de línea de armisticio provisoria entre los participantes de este debate, estaríamos hablando de dos tipos de responsabilidades: una creativa o productiva, ensayada al momento de la producción de la obra, y otra más fangosa que es la de responsabilidad de lectura o crítica.

Vigna había sugerido trocar la palabra "criterios" por la de "responsabilidad", con lo que se desmontaría toda pretensión de reificar unos criterios evaluativos demasiado estrechos. De acuerdo con eso. Ahora bien: yo creo que también el gusto es una forma masiva. Que lo creamos como una expresión de cierta genialidad personal, como predisposición individual a unas determinadas obras y a su adopción como marca identitaria, es otro asunto y raya con cierta psicología que me excede por mucho.
Lo que yo quise decir cuando tiré la piedra fue, en todo caso, fustigar al andamiaje evaluativo que apriosiona las obras y, repito la frase porque me gusta mucho, les roba el alma.

Por cualquier objeción, dirigirse a mi abogado, que es un monstruo de los más criteriosos (je).

Saludos a todos ustedes y aguande el Comando Retórica.

Anónimo dijo...

Abogado, lo de la corbata y los gemelos era sólo un chiste, "un tanto tonto". Estoy de acuerdo con la mayoría de las cosas que usted propone; no creo que ocupemos distintas posiciones. Se me ocurre que el punto cero de la producción, muchas veces, ni el mismo autor lo reconoce. Así que no me parece útil seguir discutiendo sobre eso. Pero usted dice cosas valiosas: y las comparto.
Jaramillo, tiré el concepto de responsabilidad (de producción) como una forma que encuentro de neutralizar esa contradicción que usted percibe entre los gustos y la masividad, entre las evaluaciones y los criterios que muchas veces no entendemos. Quizás funcione como un reflejo de simpleza: creo que basta producir desde un lugar definido, explicitado, para que sea suficiente. Lo otro, sea público o no, es accesorio.
Saludos para todos, nos vemos una noche antes de que el calendario gregoriano resucite.

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