Vamos a ver qué está haciendo
la juventud de Buenos Aires
perdida en la sintaxis, las comas
saliendo del nidito a la mañana
una fama por cosechar, ahí
pasando nomás la granja
Acassuso o Balvanera
los polluelos del mago Gelblung
los boludos de Sociales
miran el río, la calle
tiemblan
Y la noche es igual que el día
el traductor lo sabe
metido en un tubo ve
una columna gorda
humo blanco
casi un Papa
“Nueva estrella”, dice
se reclina en el pupitre
la usina trabaja, fabrica
grasa y una renta mezquina.
Un aparato eficiente
silencioso
tirado a la basura
por una exégesis imposible.
¿De qué color es
el ramo de tu miseria,
mientras la calle se puebla
de lagartos que miran fijo
el hueco de tu alma?
Mañana tal vez despiertes
con uno de esos bichos
prendido a tus cervicales
vendrá SAME, habrá prensa
dormirás el sueño de los héroes
en la cama de un hospicio
Lo más seguro es que
una tarde cualquiera
despiertes solo, y sin ayuda
deberás morder el catéter
y esa rabia
que no suelta
es la arena remota del Río, que te llama
Convendrá ser ostra, quizá
congrio
nunca sábalo
¡La poepolítica
(que tanto nos importa)!
O rayo de mujer
en un shopping
donde llueven cometas
y confundimos todo.
El día en que la tristeza
se ponga de moda
-y ardan los gimnasios,
los carteles
y se fugue la chapa pintada
de tu marca personal-
el aire tendrá el calor
de lo vivo que se cuece.
Los versos desbocados
vendrán a ajustar las cuentas:
es la poesía
que se escapa
de tu cara.