¿Quién es Ramiro Morales? Hasta donde sabemos es apenas una firma que aparece todos los domingos en el diario La Mañana, suscribiendo una columna de opinión titulada “La semana en Neuquén”. En ese preciado centimetraje que el señor Schroeder le concede semana tras semana para que deje volar su pluma, el misterioso Morales analiza con fruición los vaivenes del mundillo político municipal y provincial.
Cuando le pregunté a un compañero de (8300) si tenía idea de quién era, él me contestó que seguramente debía ser un pseudónimo. Admitamos entonces que es una máscara, pero concentrémonos en lo importante: tenemos a un analista que, si vamos al ABC del periodismo y tomamos al editorial como la manifestación más pornográfica de la ideología del medio, expresa fielmente la posición del partido provincial. Es que por si algún caído del catre no se había dado cuenta aún, La Mañana es desde hace al menos ocho años un pasquín sometido a la dictadura de la intelectualidad emepenista, si es que tal cosa realmente existiese y no fuera apenas un divertido oxímoron; una ventana privilegiada para observar las tendencias en pugna dentro del MPN, que en estas épocas de elecciones municipales y nacionales parecen llegar a un momento de máxima obscenidad.
En este escenario, Morales comanda su doxa en el fino –y por momentos problemático- límite entre el sobichismo y el sapagismo. “Una señal de madurez política”, afirmaba el 5 de agosto refiriéndose a la tardía reunión entre los representantes de Jorge Omar y Jorge Augusto para definir la transición de mando. Como era de esperar, nada dijo de las crispaciones que explotaron en los encuentros previos, cuando el gobernador saliente se encaprichaba en mantener un férreo control sobre la gestión de gobierno mientras Sapag se deshacía de nervios por tomar las riendas. Haber dicho eso significaba blanquear las disputas intrapartidarias y ganarse la enemistad de unos o de otros y, se sabe, hay demasiados contratos de por medio entre el señor Schroeder y el estado neuquino como para arriesgarse a ser tan sincero.
Pero el periodismo siempre va por más. Influenciado por un exquisito pinot noir de Bodegas del Fin del Mundo y la plácida lectura de Flores robadas en los jardines de Quilmes, de Jorge Asís, Morales decidió hacer un balance de los ocho años de Sobisch y de paso levantar la imagen del gobernador ante su desafío presidencial. El 26 de agosto escribió: “Cuando Sobisch deje el gobierno, tendrá para mostrar una gestión en la que se motorizó la actividad económica regional y en la que se construyeron numerosas obras estratégicas, que fueron pilares del progreso y desarrollo de Neuquén”. De este modo el editorialista les disparaba por elevación a aquellos que con sorna –cuando no desesperación- ponían en duda el profundo impacto económico-social que ocasionarían los nueve kilómetros de vías férreas del Trasandino, el sólido planeamiento de la reconversión productiva de la provincia y la construcción de un autódromo que, de prosperar, hará de Neuquén la próxima Montecarlo.
Sin embargo, no todas son burbujas en la prosaica vida de Ramiro Morales: el 2 de septiembre se permitió utilizar la palabra “fracaso” en alusión al “momento que vive el sistema de salud provincial”, y hasta se atrevió a decir que “en algunas cuestiones se puede emparentar con la situación de la Educación en Neuquén”. Aún no sabemos si estas declaraciones le costaron el doble aguinaldo, pero lo seguro es que cumplió bien su papel de atemperar los climas caldeados que por estos días (cuando no) se empeñan en estropear los ánimos festivos de una ciudadanía entusiasmada con la primavera democrática.
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interesante piro, la verdad nunca lei el el bolentin (del)oficial ni su sinonimo con fondo de historietas "diario LM", pero si te copas y me llevas...mietras vos rayas el auto, yo lo pinto con aerosol azul!!
Eskimal
No gasten pólvora por favor y menos en Morales. Morales LIVE!!! Morales es la voz de la prensa libre, no lo maten. Propongo dos campañas Salven a Morales, o Liberen a Morales!!
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