2006-2010
31/12/08
28/12/08
La pareja del año
Ella: Gisele Bündchen. Mega modelo brasileña se parte en 40 pieces.
Él: Tom Brady, mariscal de los New England Patriots.
Están juntos y se los ve muy bien.
Él: Tom Brady, mariscal de los New England Patriots.
Están juntos y se los ve muy bien.
Llega una carta desde el frente, dice:
1) Que los chicos de la revista No-Retornable hicieron uno de esos números bonitos con colores flúo muy copados, que hablan sobre Malvinas y además sacaron unos selected poems de Carlinhos Godoy, Blatt como Mariano, un tal Alejandro Mendez y myself live from the paper toilett (GG Allin style).
2) Que i wanna become a successful journalit y empecé por una successful magazine: revista Llegás y una nota con los locos del esperanto.
3) Que hay una fiesta twitter para todos los caretasa lindosa (bloggers fuck off).
4) Que el Michel Torino común es un vino muy bueno.
5) Que el 2009 sea un fin de semana especial.
Los quiere,
La Administración.
2) Que i wanna become a successful journalit y empecé por una successful magazine: revista Llegás y una nota con los locos del esperanto.
3) Que hay una fiesta twitter para todos los caretasa lindosa (bloggers fuck off).
4) Que el Michel Torino común es un vino muy bueno.
5) Que el 2009 sea un fin de semana especial.
Los quiere,
La Administración.
Vino y televisión
Estoy viendo un programa de las 100 mejores canciones de los noventa por VH1. Es fin de año y en los canales de tele también se preocupan por hacer balances y esas cosas, así que tenemos un montón de canciones en heavy rotation haciéndonos entrar de a poco en el nirvana final. Cuestión que en el puesto nº 69 de la lista está uno de los mejores temas de Korn, Freak on a Leash, que lo siguen traduciendo como “fenómeno encadenado” cuando en realidad debiera ser una imagen mental, como decir: “Me siento como el Hombre Elefante” o algo por el estilo. Pasan otras cosas, de hecho está Vanille Ice entre toma y toma, haciendo buenas comentarios de verdad, y me doy cuenta que los estúpidos de VH1 Argentina quisieron hacer algo similar llamando (esta vez para la exquisita selección de los noventa de la música en español) a Jazzy Mel, que parece recién salido de la granja de rehabilitación de los roqueritos canchero-limaditos, los mismos que inventaron ahora esa etiqueta que todo el mundo repite en las fiestas (“indie indie indie”) para ver si pueden senitrse especial de un modo que no les brota del corazón, Jazzy Mel, el mismo tipo que me dijeron ahora anima –junto a Machito Ponce y el pibe de Comanche- fiestas en las que los niños del presente se hacen una justa idea de lo que era llamar a los programas del tipo “Discómano travieso” (neuquinos abstenerse) y comprarse una gorra de la NBA para salir a tomar Fanta y fumar Marlboro a una matinée.
Más allá de la más rápida conclusión (estás viendo demasiado VH1), voy al punto de que en una parte de esa descripción de la ars poética del hit, cuentan que uno de los guitarristas de Korn los dejó porque estaba pasado de metanfetamina y salió en busca de un Dios que le evite tener que pagar una dentadura nueva, como John Frusciante, sólo que John Frusciante bajó hasta el sótano y se trajo unos fantasmas que lo hizo componer las más emotivas canciones que he escuchado en al menos 2 años (y no es poca cosa en estos últimos años en los que la gente parece haber comenzado un camino de ida en la ruta de la anestesia moral), y a Head Welch lo acabo de ver dándose un baño en un Ganges clorado, cabeza para atrás, rodeado de uno de esos nuevos Maharishis que siempre regresan al Boulevard Santa Mónica. Pensaba en que los ídolos de nuestra generación no hacen ruido cuando se caen. Que la tele es la máquina más cariñosa de procesar el pasado. Que el Negro escuchaba Presidents of the United States of America mientras grababa cortos en los que se filmaba con la música de Rocky haciendo piñas contra la cámara. Que este verano va a ser una vacación pasada de rosca.
22/12/08
La idea del enemigo
Estuve encerrado todo el día haciéndome
una idea del enemigo
pero el enemigo vino primero
Plancho una camisa blanca y
pienso en Miguel
el ángel de la pobreza digna
con los zapatos recién lustrados
y una sonrisa en la cara
____________
Este es el baile
de los trabajadores por la misericordia
cero autocrítica
liberados del grillete del salario,
pensamos
movemos las sillas del living
al ritmo de nuestro enojo.
una idea del enemigo
pero el enemigo vino primero
Plancho una camisa blanca y
pienso en Miguel
el ángel de la pobreza digna
con los zapatos recién lustrados
y una sonrisa en la cara
____________
Este es el baile
de los trabajadores por la misericordia
cero autocrítica
liberados del grillete del salario,
pensamos
movemos las sillas del living
al ritmo de nuestro enojo.
18/12/08
La tentación de las ideologías contemporáneas. Hoy: Tinky-Winky.
Hola, soy Tinky-Winky.
En esta foto estoy de la nuca en Nueva Zelanda.
Entre toma y toma me dan una ensalada
y un libro de Zizek.
La paso bárbaro.
Los martes tengo franco y salgo a rocanrolear.
De bicho con los pibes.
Escucho Pantera y nos damos pijazos.
Algunos me dicen: "Eh Tinky-Winky
aflojale".
Yo creo que vivimos una época de crisis.
Hay que flashear.
Entre toma y toma me dan una ensalada
y un libro de Zizek.
La paso bárbaro.
Los martes tengo franco y salgo a rocanrolear.
De bicho con los pibes.
Escucho Pantera y nos damos pijazos.
Algunos me dicen: "Eh Tinky-Winky
aflojale".
Yo creo que vivimos una época de crisis.
Hay que flashear.
9/12/08
Fantasma que camina
Presenté el texto que sigue para publicarlo en los TP. Primero me dijeron que sí, después me dijeron que no. Habla en contra de la propiedad privada y de la manera en que naturalizamos ciertas derrotas. Si estás solo con tus pequeñas ideas y el auto no te arranca a la mañana, este es tu lugar, querido amigo mío. Estamos armando una fogata con todos los libros que heredamos de nuestros padres.
Hace poco fui con mi novia de paseo a los Bosques de Palermo. Desde que vivo en esta ciudad, hace unos nueve meses, me pasa que tengo la necesidad de salir a mirar el cielo o a detenerme a mirar los árboles de las calles. O me pongo a espiar por la ventana de una casa en Villa Culpa y, como me pasó la otra vez, descubro a cinco viejos jugando al truco bajo el azote liviano de un ventilador de techo. Es un escapismo tonto, pero es la manera más a mano que encontré para eludir de a ratos la violencia y el ruido, olvidar las imágenes y la dietética humana que veo a toda hora en los carteles publicitarios.
Salgo de mi casa a las ocho de la mañana, en medio de un ataque de alergia, y en el trayecto de dos cuadras que me separan de la parada del colectivo escucho a los automovilistas mandarse a la garcha de su hermana, veo a la señora que está delante de mí en la cola del bondi gritar y amenazar con tirarse debajo del colectivo porque el chofer no para. Estas cosas me hacen pensar que en Buenos Aires se escribe a cada minuto el guión perfecto para una película sobre el fin del mundo: un relato donde la gente termina comiéndose entre sí sobre los escaparates rotos de los grandes shoppings.
Pero esto apenas viene al caso. Lo que quería contar es que de regreso a casa en aquel domingo salvaje, yendo por una calle cuyo nombre no recuerdo, vimos un edificio de aspecto colonial que, encima de un gran pórtico, tenía una leyenda que me llamó la atención: “Asociación de Deportes Racionales”. En ese momento no me preocupé por saber a qué se dedicaba esa gente (otro fans club de Descartes, pensé), pero tiempo después averigüé por internet que era un club de tenis. Como se ve, la asociación no era demasiado complicada; al parecer el tenis, como la dietética y la tortura, forma parte de un plan premeditado en donde la voluntad humana se cuece en el fuego tibio de un pacto de caballeros. En algunos casos se trata de un pacto donde los medios expresivos son dos raquetas, o un régimen nutricional pegado en la heladera; en el otro, la picana. El fin no importa demasiado: lo que nos interesa es la racionalidad de la práctica.
Lo que me extrañó más aún fue encontrarme con lo que decía otro cartel, ubicado en la entrada del estacionamiento, uno de esos carteles que vemos todos los días pero no sé por qué en ese contexto me resulto la cosa más perturbadora del mundo. Podía ser el calor, la falta de agua, podían ser las calzas de las viejas y esa piel arruinada por el sol que anticipa un cáncer a los cincuenta, trotando por los Bosques y que uno puede imaginar cojiendo con sus perritos; podía ser cualquier cosa a esta altura, pero cuando vi el cartel de “Prohibido pasar: propiedad privada”, se me heló un poco la sangre.
Últimamente me pasan cosas con la propiedad. No sé bien por qué, pero me siento como si acabara de llegar de laburar de una granja rusa: enfermo y adoctrinado. No está bien sentirse así. No porque la enfermedad ni la doctrina sean intrínsecamente malas (pregúntenle a este chico Solyenitsin que hubiera hecho de su vida sin Stalin), sino porque te das cuenta que la civilización está para atrás. ¿De qué me perdí? No es que haya vivido 100 años, pero cuando era niño correteaba por las montañas y el mundo me parecía un lugar inmenso e inabarcable. “The sky is the limit”, me decían mis padres. Y ahora nos enteramos que dentro de poco va a haber un boom inmobiliario en la Luna. Cuando las cosas empiezan a medirse, se achican. Y un día uno se levanta y se ve cantando la marcha del desencanto.
Es triste vivir así, sabiendo que las cosas se pueden medir, que hay lugares donde se puede entrar y lugares adonde no. Cuando era chico me criaron con un alto sentido de la ética; los curas de mi colegio, esos hombres castos que amancebaban a su rebaño con fábulas de Camilo Torres, me empujaron hacia un cierto sentido moral del que todavía hoy me enorgullezco. Esos hombres me enseñaron a compartir. Compartir el Cuerpo de Cristo era entrar en comunión con Él. En las misas del domingo, mientras afuera el viento corría como en las películas de Mad Max, yo me volvía hijo de Dios y hermano de mis hermanos ¿No era una idea maravillosa? ¿Qué pasó entonces con las enseñanzas de nuestro contacto en Palestina, para que ahora vayamos caminando por ahí, tabicados como si fuéramos a una cita con el Gordo Quebrado de Bonasso? ¿Por qué caminamos con la espalda tan doblada?
Vengo de releer un texto que leí por primera vez hace algunos años por sugerencia de un tipo que si por casualidad hoy está leyendo esto, me gustaría decirle que me devuelva la biografìa de Sartre que le presté. El texto se titulaba “Sobre prisioneros y secuestrados”, y todavía se encuentra en una excelente página de Internet que se llama La Haine. En francés, haine significa odio, y el texto de un tal Profesor J es el manifiesto de un futuro centro de interpretación que estamos construyendo en mi barrio con el nombre de “Ojo x Ojo”. El Profesor J tiene un plan bastante bueno que consiste en prender fuego todo. Apelando a esa idea del viejo Marx de que la ideología es falsa conciencia, esto es, naturalización de la desigualdad, el teacher dice: “El capital se ha encargado de construir paso a paso un sistema de valores que reconoce como legítima la propiedad privada y como ilegítima cualquier tentativa de insurgirse contra ella”. Es una idea con la que me siento muy cercano, pero aún tengo el problema de ser un don nadie que camina por la calle.
Ahora que lo digo, eso de “don nadie que camina” me hace acordar a un héroe de historieta que se llamaba “El fantasma que camina”. ¿Lo tienen? Era un tipo enmascarado que vivía en la selva enfundado en un traje violeta de pies a cabeza. Se llevaba bien con los tigres, charlaba con los indios y los ayudaba a resolver sus problemas. No siempre lo hacía por medios pacíficos. Buena gente.
Hace poco fui con mi novia de paseo a los Bosques de Palermo. Desde que vivo en esta ciudad, hace unos nueve meses, me pasa que tengo la necesidad de salir a mirar el cielo o a detenerme a mirar los árboles de las calles. O me pongo a espiar por la ventana de una casa en Villa Culpa y, como me pasó la otra vez, descubro a cinco viejos jugando al truco bajo el azote liviano de un ventilador de techo. Es un escapismo tonto, pero es la manera más a mano que encontré para eludir de a ratos la violencia y el ruido, olvidar las imágenes y la dietética humana que veo a toda hora en los carteles publicitarios.
Salgo de mi casa a las ocho de la mañana, en medio de un ataque de alergia, y en el trayecto de dos cuadras que me separan de la parada del colectivo escucho a los automovilistas mandarse a la garcha de su hermana, veo a la señora que está delante de mí en la cola del bondi gritar y amenazar con tirarse debajo del colectivo porque el chofer no para. Estas cosas me hacen pensar que en Buenos Aires se escribe a cada minuto el guión perfecto para una película sobre el fin del mundo: un relato donde la gente termina comiéndose entre sí sobre los escaparates rotos de los grandes shoppings.
Pero esto apenas viene al caso. Lo que quería contar es que de regreso a casa en aquel domingo salvaje, yendo por una calle cuyo nombre no recuerdo, vimos un edificio de aspecto colonial que, encima de un gran pórtico, tenía una leyenda que me llamó la atención: “Asociación de Deportes Racionales”. En ese momento no me preocupé por saber a qué se dedicaba esa gente (otro fans club de Descartes, pensé), pero tiempo después averigüé por internet que era un club de tenis. Como se ve, la asociación no era demasiado complicada; al parecer el tenis, como la dietética y la tortura, forma parte de un plan premeditado en donde la voluntad humana se cuece en el fuego tibio de un pacto de caballeros. En algunos casos se trata de un pacto donde los medios expresivos son dos raquetas, o un régimen nutricional pegado en la heladera; en el otro, la picana. El fin no importa demasiado: lo que nos interesa es la racionalidad de la práctica.
Lo que me extrañó más aún fue encontrarme con lo que decía otro cartel, ubicado en la entrada del estacionamiento, uno de esos carteles que vemos todos los días pero no sé por qué en ese contexto me resulto la cosa más perturbadora del mundo. Podía ser el calor, la falta de agua, podían ser las calzas de las viejas y esa piel arruinada por el sol que anticipa un cáncer a los cincuenta, trotando por los Bosques y que uno puede imaginar cojiendo con sus perritos; podía ser cualquier cosa a esta altura, pero cuando vi el cartel de “Prohibido pasar: propiedad privada”, se me heló un poco la sangre.
Últimamente me pasan cosas con la propiedad. No sé bien por qué, pero me siento como si acabara de llegar de laburar de una granja rusa: enfermo y adoctrinado. No está bien sentirse así. No porque la enfermedad ni la doctrina sean intrínsecamente malas (pregúntenle a este chico Solyenitsin que hubiera hecho de su vida sin Stalin), sino porque te das cuenta que la civilización está para atrás. ¿De qué me perdí? No es que haya vivido 100 años, pero cuando era niño correteaba por las montañas y el mundo me parecía un lugar inmenso e inabarcable. “The sky is the limit”, me decían mis padres. Y ahora nos enteramos que dentro de poco va a haber un boom inmobiliario en la Luna. Cuando las cosas empiezan a medirse, se achican. Y un día uno se levanta y se ve cantando la marcha del desencanto.
Es triste vivir así, sabiendo que las cosas se pueden medir, que hay lugares donde se puede entrar y lugares adonde no. Cuando era chico me criaron con un alto sentido de la ética; los curas de mi colegio, esos hombres castos que amancebaban a su rebaño con fábulas de Camilo Torres, me empujaron hacia un cierto sentido moral del que todavía hoy me enorgullezco. Esos hombres me enseñaron a compartir. Compartir el Cuerpo de Cristo era entrar en comunión con Él. En las misas del domingo, mientras afuera el viento corría como en las películas de Mad Max, yo me volvía hijo de Dios y hermano de mis hermanos ¿No era una idea maravillosa? ¿Qué pasó entonces con las enseñanzas de nuestro contacto en Palestina, para que ahora vayamos caminando por ahí, tabicados como si fuéramos a una cita con el Gordo Quebrado de Bonasso? ¿Por qué caminamos con la espalda tan doblada?
Vengo de releer un texto que leí por primera vez hace algunos años por sugerencia de un tipo que si por casualidad hoy está leyendo esto, me gustaría decirle que me devuelva la biografìa de Sartre que le presté. El texto se titulaba “Sobre prisioneros y secuestrados”, y todavía se encuentra en una excelente página de Internet que se llama La Haine. En francés, haine significa odio, y el texto de un tal Profesor J es el manifiesto de un futuro centro de interpretación que estamos construyendo en mi barrio con el nombre de “Ojo x Ojo”. El Profesor J tiene un plan bastante bueno que consiste en prender fuego todo. Apelando a esa idea del viejo Marx de que la ideología es falsa conciencia, esto es, naturalización de la desigualdad, el teacher dice: “El capital se ha encargado de construir paso a paso un sistema de valores que reconoce como legítima la propiedad privada y como ilegítima cualquier tentativa de insurgirse contra ella”. Es una idea con la que me siento muy cercano, pero aún tengo el problema de ser un don nadie que camina por la calle.
Ahora que lo digo, eso de “don nadie que camina” me hace acordar a un héroe de historieta que se llamaba “El fantasma que camina”. ¿Lo tienen? Era un tipo enmascarado que vivía en la selva enfundado en un traje violeta de pies a cabeza. Se llevaba bien con los tigres, charlaba con los indios y los ayudaba a resolver sus problemas. No siempre lo hacía por medios pacíficos. Buena gente.
3/12/08
Fumar y confiar en la victoria
Sí, estoy escuchando música electrónica en mi laburo y me siento un champión, hace un rato tenía una sensación más atractiva con respecto a esto, pensé: "Qué onda, me están pasando cosas geniales por la cabeza", pero el motor se apaga, o como dice Katchadjian: "los motores adentro, los motores afuera", el movimiento constante, pelar o no pelar. Seis horas al día en una oficina donde las muñequitas se juntan a charlar y a hacer bromas hormonales. "El padrillo", me dijeron hace un rato. Y al rato se llaman entre lágrimas una a otra por el teléfono, diciendo que todo está bien y que hay que pasar el mal trago, atroz: odio a la gente que confunde solidaridad con compasión. Loco, hay que darle duro que si no no te saca nadie, ¿está más o menos claro o no? Si te pinta la del american dark, dale hasta el fondo con toda la negritud posible, pero volvé, o sea: llegá hasta el final con eso y traete algo de regreso, como Sam Neill en Event Horizon, ¿la vieron? Mejor no la vean, te cagás hasta las patas y te das cuenta que no estamos tan lejos de eso.
Suena un portazo, me siento como un cazador paranoico pero quiero parecerme a un mohicano: "Hola, soy Agua que Tiembla y este es mi nuevo número de celular". No sé por qué me pongo a contar todo esto, cualquiera, hace un rato entró alguien con un perfume que me hizo acordar a cuando estaba recontra escabiado en Bariloche, una vez salí del boliche re cagado a trompadas, me dieron entre 3, me acuerdo que un pibe me decía "¿Y ahora te vas a calmar?" y yo "No no no", un idiota total, me acuerdo haber ido al baño y verme la camisa rota y todo el torso lleno de sangre, me acuerdo que me reí, me dije "qué buen look", no sé qué pasa a veces por las cabezas de nosotros, pero tengo la sensación de que es algo bueno, como que me dan ganas de salir a fumar y confiar en la victoria.
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Suena un portazo, me siento como un cazador paranoico pero quiero parecerme a un mohicano: "Hola, soy Agua que Tiembla y este es mi nuevo número de celular". No sé por qué me pongo a contar todo esto, cualquiera, hace un rato entró alguien con un perfume que me hizo acordar a cuando estaba recontra escabiado en Bariloche, una vez salí del boliche re cagado a trompadas, me dieron entre 3, me acuerdo que un pibe me decía "¿Y ahora te vas a calmar?" y yo "No no no", un idiota total, me acuerdo haber ido al baño y verme la camisa rota y todo el torso lleno de sangre, me acuerdo que me reí, me dije "qué buen look", no sé qué pasa a veces por las cabezas de nosotros, pero tengo la sensación de que es algo bueno, como que me dan ganas de salir a fumar y confiar en la victoria.
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1/12/08
Neuquén es el paredón de vecino con botella incrustadas más extenso que conozco
Hola Jaramillo aca estamos yo y doscientos mil neuquinos. Caminando por la calle e investigando, mi caso, los otros sólo haciendo el mundo. Cuando te bajes por aca va a estar todo igual, aseguratelo.
"Ana Laura, esto es lo que vimos la vez pasada" y vas a poder mostrarle con el brazo la intensa e insufrible planicie de cemento del Parque Central. Está todo chato viejo, todo, pero hay pequeñas astillas siempre listas para clavarse en las manos de los que quieren sostenerse del borde. neuquén es el paredón de vecino con botella incrustadas más extenso que conozco.
Por eso me meto en la foresta viejo, porque juego para Conrad y sufro como Kurtz.
"Ana Laura, esto es lo que vimos la vez pasada" y vas a poder mostrarle con el brazo la intensa e insufrible planicie de cemento del Parque Central. Está todo chato viejo, todo, pero hay pequeñas astillas siempre listas para clavarse en las manos de los que quieren sostenerse del borde. neuquén es el paredón de vecino con botella incrustadas más extenso que conozco.
Por eso me meto en la foresta viejo, porque juego para Conrad y sufro como Kurtz.
Pando se toca una
Se supone que va a haber un grupo de paquitas re rollingas haciendo el pasito tun tun.
Sale por The Funesiana Publishing House.
Sale por The Funesiana Publishing House.
Me cago en la superestructura
Es de mañana
subte
tengo un boleto caro para viajar una estación
en los oídos la música extranjera
que dice: podés oir
los helicópteros?
estás en Nueva York
No sé donde estoy
la masa de trabajadores se expande
se contrae como un plástico
ardiendo
rememoro un concepto
"catexis libidinal"
Eso es lo que pasa
catexis libidinal
Quiero tener un indio atado al pie de mi cama
que me enseñe a andar desnudo por las calles cotidianas
__
subte
tengo un boleto caro para viajar una estación
en los oídos la música extranjera
que dice: podés oir
los helicópteros?
estás en Nueva York
No sé donde estoy
la masa de trabajadores se expande
se contrae como un plástico
ardiendo
rememoro un concepto
"catexis libidinal"
Eso es lo que pasa
catexis libidinal
Quiero tener un indio atado al pie de mi cama
que me enseñe a andar desnudo por las calles cotidianas
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28/11/08
Voy a ser un Bambi en tu cama oh no
Esto es lo mejor que escuché en años, están todos: Dolores, Nico Pauls, los rusos, Camisani!, No como, no bailo, no puedo vivir, el hijo de Piero que embarazó a no sé a quién y la rompe, no importa si algún día tenemos que secuestrarlos, disfrutemos mientras haya democracia y amor, sobre todo amor, yo quiero acariciarte, y hacértelo, como la luna al sol, y así como estoy, te ríes de mi oh oh.
__
27/11/08
Todo lo que está más cerca de la muerte parece mucho más lindo
La angustia adolescente garpó bien
Ahora estoy grande y aburrido
Jueces autonombrados juzgan
a más gente de la que vendieron
Si flota tanto ella no es
una bruja como habíamos pensado
Un pago adelantado a otra
del grupito de Salem
Sirvamos a las sirvientas – qué garrón
Ese divorcio legendario es aburridísimo
A medida que crecen, mis huesos duelen un montón
Duelen muchísimo
Luché para tener un padre
pero a cambio me dieron un viejo
Sólo quiero que sepas que
no te odio más
No hay nada que pueda decir
que no haya pensado antes
Sirvamos a los sirvientes – qué garrón
Ese divorcio legendario es aburridísimo
Cumbio: una tesis
Hace unos días me enteré de algo que me quema las manos: Cumbio es hija de un plomero y un ama de casa. Vive en San Cristóbal, en una casa que de afuera parece okupa y de adentro no es mucho mejor; lo que en círculos progresistas, con voluntad de inclusión pero pulsión de diferencia, se conoce con el nombre de “hogar modesto”.
Que quede claro: no estoy contando una anécdota. No me interesa tampoco tratar de hacer pasar esto como un pilar más en la estructura de los relatos clásicos del ascenso social, el melodrama de la chica de barrio que conquista el cielo de su época, la novela rosa tan cara al peronismo. No por falta de valor ni por juzgarla incorrecta, sino porque lo que calienta mi cabeza es otra cosa: ¿qué hace esta chica, hija de plomero y ama de casa, dirigiendo a la columna Norte de las tribus urbanas post 2001, hacia un futuro de visibilidad y legitimación? ¿Por qué una hija de asalariados logre instituirse como referente de una fracción de clase que, en los medios y en el sentido común de todos nosotros, suele asociarse a las clases altas? ¿Cómo es que, aceptando que todos los floggers del país se reconocen en ella (no tengo datos que digan lo contrario), una chica del pueblo dirija un movimiento interclasista?
Si Cumbio nos está dejando una enseñanza, para mí, apurado como estoy por vivir y entender, debería ser esta: las clases altas parecen tener todas las variables para mantener una hegemonía. Todas menos una: el capital social. ¿Qué hay en esta pibita, juglar de la ambigüedad sexual y la celebración iconográfica del yo, para que logre reunir en su regazo a otros pibitos de Barrio Norte, Abasto y Alta Barda, de un origen social tan distinto al de ella? No quiero decir que ella sepa adónde va; quiero preguntarme por el lado al que se la puede empujar.
Que quede claro: no estoy contando una anécdota. No me interesa tampoco tratar de hacer pasar esto como un pilar más en la estructura de los relatos clásicos del ascenso social, el melodrama de la chica de barrio que conquista el cielo de su época, la novela rosa tan cara al peronismo. No por falta de valor ni por juzgarla incorrecta, sino porque lo que calienta mi cabeza es otra cosa: ¿qué hace esta chica, hija de plomero y ama de casa, dirigiendo a la columna Norte de las tribus urbanas post 2001, hacia un futuro de visibilidad y legitimación? ¿Por qué una hija de asalariados logre instituirse como referente de una fracción de clase que, en los medios y en el sentido común de todos nosotros, suele asociarse a las clases altas? ¿Cómo es que, aceptando que todos los floggers del país se reconocen en ella (no tengo datos que digan lo contrario), una chica del pueblo dirija un movimiento interclasista?
Si Cumbio nos está dejando una enseñanza, para mí, apurado como estoy por vivir y entender, debería ser esta: las clases altas parecen tener todas las variables para mantener una hegemonía. Todas menos una: el capital social. ¿Qué hay en esta pibita, juglar de la ambigüedad sexual y la celebración iconográfica del yo, para que logre reunir en su regazo a otros pibitos de Barrio Norte, Abasto y Alta Barda, de un origen social tan distinto al de ella? No quiero decir que ella sepa adónde va; quiero preguntarme por el lado al que se la puede empujar.
15/11/08
La marcha de los chanchos
Este chico, Robin Finck, es un animal. No sé qué hacés perdiendo el tiempo en tu casa mirando la pantalla. Maquillate y salí a tocar la guitarra now.
Hora de hacer enemigos
Capaz que es tiempo de decir qué está bien y qué está mal, en qué lugar te vas a parar, contra qué vas a combatir.
14/11/08
Venía recién arriba del colectivo con lo que desde lejos me pareció un emo medio cyber-punk: un morocho que se había rapado la cabeza a los costados y se dejaba dos franjas al estilo mohawk pero con gel, una que le caía sobre la cara y la otra sobre la nuca, eso fue lo primero que vi, eso y un aro en la oreja, me gustó su estilo, sobre todo porque me hizo acordar mucho a ese monstruo dark que me cautiva que se llama Robin Finck. Cuando llegué cerca de él lo miré bien (me puse a mirarlo bien, así, descaradamente pero con buena onda, como queriendo decirle “estoy acá, tratando de entender lo que me estás queriendo decir con tu estilo”) vi que tenía las cejas depiladas pero también le vi una remera que decía “The Godfather” y algo hizo interferencia ahí, algo similar a lo que me pasó tres o cuatro cuadras más adelante cuando el pibe se empezó a tapar la cara pero se podía ver que tenía los ojos abiertos, o sea que no parecía cansado, hastiado de la rutina, sino que estaba manifestando un “taparse la cara”, era como que el tipo desplazaba el significante del significado, algo muy raro porque yo venía escuchando Kid A de Radiohead en el walkman y estuve a punto de creerle todo lo que me estaba diciendo.
Aprendiendo a vivir
Vuelvo a este blog y a editar una entrada que ya tenía como dos semanas en espera de publicarse, siempre me pasan esas cosas, dejar a las cosas suspendidas hasta que el ritmo natural del tiempo y del mundo se vuelva inexorable, no sé. En el medio pasaron diez mil cosas que me encantaría poder enumerarlas a fondo, darle una vuelta más, no puedo ¿Se puede cumplir con la fantasía de escribirlo todo, como un apunte permanente que registre las varaciones de temperatura en nuestros corazones?
Estuve mandándome muchos mensajes de texto con Héctor Kalamicoy; él en su isla bañada por el río Negro; yo en esta tierra amurallada donde el ruido es motor de la historia. Los tengo guardados uno por uno a esos mensajes, y los releo de vez en cuando para acordarme que el lugar en el que estás ahora no es el lugar en el que estuviste siempre.
La entrada que estaba escribiendo hace un tiempo hablaba sobre la música y la estatura moral de algunas personas, pero Conurba Talent me dijo algo con lo que coincido y es que uno a veces escribe cosas pensando que te construyen mejor frente a otros y hay otras, más chiquitas, más imperceptibles, que logran acercarte más.
Arriba de todo, el Poeta de la Perca. Me la mandó por mail hace unos días. Lo acompañaba con una leyenda: "Hola Jara, acá estoy, contemplando mis dominios".
Estuve mandándome muchos mensajes de texto con Héctor Kalamicoy; él en su isla bañada por el río Negro; yo en esta tierra amurallada donde el ruido es motor de la historia. Los tengo guardados uno por uno a esos mensajes, y los releo de vez en cuando para acordarme que el lugar en el que estás ahora no es el lugar en el que estuviste siempre.
La entrada que estaba escribiendo hace un tiempo hablaba sobre la música y la estatura moral de algunas personas, pero Conurba Talent me dijo algo con lo que coincido y es que uno a veces escribe cosas pensando que te construyen mejor frente a otros y hay otras, más chiquitas, más imperceptibles, que logran acercarte más.
Arriba de todo, el Poeta de la Perca. Me la mandó por mail hace unos días. Lo acompañaba con una leyenda: "Hola Jara, acá estoy, contemplando mis dominios".
Ya lo creo.
12/11/08
I´m in a Plottier state of mind
Fernando cuenta que hubo una feria del libro en Plottier. Me hubiera encantado ir para reencontrarme con mis compañeritos de inglés del Greenland School y también para cruzar nadando la isla que estaba a una cuadra de mi casa.
Aguante Plottier. Aguante el Bulo de la Muerte.
11/11/08
Este es mi barrio, este es el tiempo en el que vivo yo
Gonzo acaba de escribir un texto impresionante, de esos que leés y decís "cómo me hubiera gustado escribirlo a mí". Una idea estúpida, porque lo mejor que puede pasar ahora es que otros escriban por vos y así poder contagiarte de tu época y respirar el aire de la historia con pulmones ajenos. No se me ocurre una idea más próxima al comunismo. Al menos: es la que me tocó vivir. Iba a decir también que "ojalá el tiempo le dé el lugar que se merece" pero ahora me arrepiento, porque esa idea del tiempo, de la progresividad y la acumulación, no nos perteneció nunca. Algo cambió. Nada radical, a priori, nada que cambie la manera en que vas a despertar mañana y le vas a mirar la cara a tu jefe, pero... ¿y si no? ¿y si están hablando de la manera en que vas a tener que empezar a entender el ahora? ¿no es momento de empezar a preocuparte por lo que dice tu prójimo?
Martín Rodriguez linkeó el mismo texto que estoy linkeando ahora con un título genial: "No vayas más a la escuela". Creo que esa es la idea. Aprender a escribir sin tener que citar. Aprender a vivir sin pensar en la jubilación. Dejar de cuidar lo que van a decir de vos. Adolecer.
Martín Rodriguez linkeó el mismo texto que estoy linkeando ahora con un título genial: "No vayas más a la escuela". Creo que esa es la idea. Aprender a escribir sin tener que citar. Aprender a vivir sin pensar en la jubilación. Dejar de cuidar lo que van a decir de vos. Adolecer.
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