Estoy escribiendo esto ahora. Sé que lo escribo porque veo pasar las letras en la pantalla. Acá está, este soy yo, a la derecha mi cápsula especial, más allá un cordón que señala el lugar donde está la multitud, después en el cielo los hilitos de fuego que deja la sonrisa de una chica que camina por la calle.
Hace unos días que vengo pensando algunas cosas, y eso está bien porque habitualmente mi cabeza tiende a detenerse en los colores del cielo o en saber si el olor que hay en las veredas de Villa Culpa es olor de invierno u olor de otoño, o si es otra vez el olor del miedo pero con la luz cayendo en distinto ángulo.
Aprendo a callarme la boca y a escuchar. De vez en cuando me salta la ficha y la cago metiendo bocado y haciéndome el masa. Cuando hago esto, es 100% seguro que quedo como un gil y es fija que a la noche doy vueltas en la cama pensando bad things.
Hay gente que calla y se inventa una vida oculta y fabrica misterios personales para no confesar su aburrimiento. Generalmente esa gente tiene poca poesía, y si llega viva a los 25 (me refiero a si aún tiene cosas para decir) está cantado que en cinco años más acaban siendo unos fascistas del ritmo.
Para hacer poesía hay que pensar en el prójimo y amar a tus hermanos. Reconciliarte con tus padres alguna vez antes de que veas todo black & decker y sentarte a mirar un fuego. Creo que también es fundamental formarte un buen grupo de enemigos y entregarte a la pelea con armas medianas, ya que las armas gruesas hay que dejárselas para pelear contra uno mismo.
El otro día escuché de la boca de una chica muy muy linda la palabra “martingala” y dije: “eso es”. Cuando hay algo que no terminás de comprender del todo (una palabra, una mueca, un airecito raro que se te mete por el agujero del jean) y sin embargo TE ENCANTA, hay que quedarse tranqui porque significa que estás yendo fuckin bien.
Una última: nadie le pregunta a Dios si está haciendo bien su trabajo. No veo por qué mis amigos y yo deberíamos dejar que nos pregunten lo mismo.
Hace unos días que vengo pensando algunas cosas, y eso está bien porque habitualmente mi cabeza tiende a detenerse en los colores del cielo o en saber si el olor que hay en las veredas de Villa Culpa es olor de invierno u olor de otoño, o si es otra vez el olor del miedo pero con la luz cayendo en distinto ángulo.
Aprendo a callarme la boca y a escuchar. De vez en cuando me salta la ficha y la cago metiendo bocado y haciéndome el masa. Cuando hago esto, es 100% seguro que quedo como un gil y es fija que a la noche doy vueltas en la cama pensando bad things.
Hay gente que calla y se inventa una vida oculta y fabrica misterios personales para no confesar su aburrimiento. Generalmente esa gente tiene poca poesía, y si llega viva a los 25 (me refiero a si aún tiene cosas para decir) está cantado que en cinco años más acaban siendo unos fascistas del ritmo.
Para hacer poesía hay que pensar en el prójimo y amar a tus hermanos. Reconciliarte con tus padres alguna vez antes de que veas todo black & decker y sentarte a mirar un fuego. Creo que también es fundamental formarte un buen grupo de enemigos y entregarte a la pelea con armas medianas, ya que las armas gruesas hay que dejárselas para pelear contra uno mismo.
El otro día escuché de la boca de una chica muy muy linda la palabra “martingala” y dije: “eso es”. Cuando hay algo que no terminás de comprender del todo (una palabra, una mueca, un airecito raro que se te mete por el agujero del jean) y sin embargo TE ENCANTA, hay que quedarse tranqui porque significa que estás yendo fuckin bien.
Una última: nadie le pregunta a Dios si está haciendo bien su trabajo. No veo por qué mis amigos y yo deberíamos dejar que nos pregunten lo mismo.
2 %:
Vos lo dijiste. Así se siente, así se vive y así se deja.
A mi me ENCANTA subir los tres escalones del colectivo. No sé por qué me siento flow ahí.
Muy lindo todo,
salud y juventud eterna.
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