Era un grupo singular. Decadente de muchas maneras, pensé. Parecían sentir que la guerra se había acabado y que no se enfrentarían de nuevo con ningún reto mayor. Todavía están conmigo. Los encuentro aquí y allá, en la New School, en un hospital mental, en la calle 42, en un bar. Entonces fueron llamados “La Generación Silenciosa”, más tarde “La Generación Beat”. Fueron los precursores de los youngsters del rock n´ roll, pero de alguna manera ni suficientemente cuerdos ni suficientemente locos, demasiado jóvenes para haber estado en la guerra y muy viejos para ser productos de la Guerra Fría, un grupo entreguerras.
¿Irá alguna vez una nueva influencia a sacudirnos de su perpetua rutina? De la indiferencia aburrida al pesimismo insuficientemente sombrío que han sido su herencia, dudo que algo lo haga. Interminable experimentación con los sentidos, interminables divagues metafísicos. Estoy de vuelta en el Bronx, entre las influencias moldeadoras. En el subterráneo dos veces a la semana, paso y puedo ver el colegio del que me gradué, James Monroe, y me traslado a los tempranos días heroicos y pre-decadentes de mi generación. Cuando estábamos ocupados con giros inútiles, orientándonos a ser ciudadanos conscientes antes que unos chiflados descolgados y desorientados. La reacción fue un recrudecimiento del control y cuando la reacción se consolidó, para algunos fue amargo y fatal. Quizás, ahora que los cincuenta fueron olvidados, otra reacción se afianzará, en interés de la auto-preservación y el orden. El período nihilista pasó. El momento para la creatividad sincera, creo que es aquí.
(Y sobre todo, contra algunas discusiones. Encontré este texto de Carl Solomon en "The Beat Portable Reader", una adictiva antología sobre los beatniks que acumuló polvo durante mucho tiempo en los anaqueles de la biblioteca de mi Facultad. Solomon pasó casi la mitad de su vida internado en manicomios. En uno de ellos conoció a Allen Ginsberg, quién le dedicó su poema "Howl". La traducción es mía y, aunque no sea la mejor, el sentido del manifiesto es sencillo y bastaría para darse cuenta de que en esta época estamos más cerca de la estupidez que de la creatividad ).
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