Verdad de rayo, delirio.
Había horas, perros y agresiones;
un negro tendal de explicaciones
penetrando el silencio de la calle.
Una porción tuya era mía, y el caníbal
que controla mi cerebro se entregó al
fuego de la persecución.
El pasillo era una boca jadeante,
agónico de encierro, lámparas calientes y
canillas mal cerradas.
La mitad izquierda del ropero se desarmaba
esperando en sorda amnesia tus regresos
de monstruo-Cenicienta-mal parida.
Paciente naftalina: ansiaba otro viaje
en tus camisas; sobre todo esos paseos de
domingo y algodón en la boca, con las
armas descargadas.
Todos los faroles del centro
rompiéndote la cara de luz,
haciéndote princesa
con el cetro de mi desgracia.
Había horas, perros y agresiones;
un negro tendal de explicaciones
penetrando el silencio de la calle.
Una porción tuya era mía, y el caníbal
que controla mi cerebro se entregó al
fuego de la persecución.
El pasillo era una boca jadeante,
agónico de encierro, lámparas calientes y
canillas mal cerradas.
La mitad izquierda del ropero se desarmaba
esperando en sorda amnesia tus regresos
de monstruo-Cenicienta-mal parida.
Paciente naftalina: ansiaba otro viaje
en tus camisas; sobre todo esos paseos de
domingo y algodón en la boca, con las
armas descargadas.
Todos los faroles del centro
rompiéndote la cara de luz,
haciéndote princesa
con el cetro de mi desgracia.
1 %:
"ansiaba otro viaje
en tus camisas; sobre todo esos paseos de
domingo y algodón en la boca"
Hermoso!
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